Aunque el juez Gustavo Pérez Urrechu aún debe convalidar las pruebas presentadas y las calificaciones legales, es prácticamente un hecho que los acusados por el homicidio del policía César Carmona –cometido el 14 de septiembre de 2023 frente a la base de la Policía de Investigaciones, en Lamadrid al 500– irán a juicio con pedidos de prisión perpetua. La única hipótesis es la de un robo cometido por sicarios que no dudaron en disparar para sustraer un bolso que, según creyeron, contenía dinero. Carmona realizaba adicionales en una financiera y había sido marcado y seguido desde el centro de la ciudad.

La semana pasada se llevó a cabo una audiencia preliminar al juicio con los tres detenidos días después del crimen: Agustín Alfredo “Calamar” o “Mojarra” Almirón, Fernando Ariel Cabrera y Alan Nahuel Aragón.

El primero aún tiene cuentas pendientes en la Justicia bonaerense, ya que debe afrontar otro juicio junto a cinco personas por el asesinato por encargo del dirigente del gremio Uatre Mauricio Cordara. Además, es hijo de un ex policía santafesino –Germán Almirón– vinculado a la fuga de un integrante de Los Monos desde la Jefatura local en 2014 y a escuchas en las que se lo oía planear el asesinato de un juez y un fiscal involucrados en la causa contra la banda.

Ligados al Clan Romero del barrio Municipal, en la zona norte, dedicado a un polirrubro delictivo, ese 14 de septiembre realizaron un seguimiento a Carmona, quien se desplazaba en su auto particular, un Ford Fiesta negro. Almirón y Cabrera, por su parte, iban en un Citroën C3 bordó, que luego se supo que era robado.

El peritaje al auto del policía asesinado y la numeración de las balas en el piso (archivo Ana Isla/Rosario3)

Según la Fiscalía, el plan criminal comenzó cuando los imputados marcaron a Carmona a las 14.46, al salir de su trabajo como adicional en la empresa financiera Abut, ubicada en Italia al 700, y lo siguieron hasta la base de la Agencia de Investigación Criminal (hoy PDI), donde continuaría con su servicio policial.

Un dato que tiene el fiscal Alejandro Ferlazzo es que el mismo C3 había sido utilizado días antes en una salidera, en la que los ocupantes –no se descartó ni confirmó que hayan sido Almirón y Cabrera– asaltaron a un hombre vinculado a una financiera informal.

Ese día, cerca de las 15.10, los atacantes alcanzaron el vehículo de Carmona cuando este intentaba estacionar frente al ingreso de la PDI. Le cruzaron el C3, que era conducido por Almirón, y lo chocaron de frente. Ambos agresores descendieron armados: Almirón portaba una pistola calibre 9 milímetros. Se acercó al Fiesta, abrió la puerta del conductor y, al ver que Carmona intentaba sacar su arma reglamentaria, le disparó.

Desde el otro lado del auto, Cabrera rompió las ventanillas delantera y trasera y se apoderó de la mochila. Ambos volvieron al C3 y escaparon por Lamadrid hasta Leyva e Hilarión de la Quintana, donde los esperaba Alan Aragón a bordo de un Gol Trend. Los dos vehículos se dirigieron hasta Sánchez de Bustamante al 400 –a unas ocho cuadras de la escena–, donde abandonaron el C3 y continuaron la huida en el otro auto.

Carmona murió en el Hospital Roque Saénz Peña a raíz de múltiples heridas de arma de fuego. Los tres sospechosos fueron detenidos días después en el marco de varios allanamientos realizados por distintas divisiones de la AIC y grupos operativos.

Todo lo expuesto –según el fiscal Ferlazzo– evidencia el plan criminal coordinado por el grupo, que individualizó a la víctima al salir de la financiera y ejecutó el ataque de manera organizada. Para el acusador, el hecho no podría haberse concretado sin una planificación previa.

Por estos hechos, a Agustín Alfredo Almirón y a Fernando Ariel Cabrera se les imputó homicidio agravado por el uso de arma de fuego, calificado por el concurso premeditado de dos o más personas y por su conexión (criminis causa), robo calificado por el uso de arma y portación ilegítima de arma de guerra, en calidad de coautores.

En tanto, a Alan Nahuel Aragón se le atribuye el mismo homicidio agravado, en concurso real con el delito de robo calificado por uso de arma de fuego, en calidad de partícipe primario.

Entre las evidencias presentadas por Ferlazzo figuran material biológico (sangre) de Cabrera, producto de las heridas que sufrió al romper la ventanilla del Fiesta; una huella dactilar de Almirón recuperada del mismo vehículo, y testimonios reservados que los señalan como autores del crimen.

El robo de la mochila probó ser la única hipótesis. Sin embargo, los allegados a Carmona indicaron que no solía llevar más que elementos personales como un pasamontañas que usaba para allanar, un perfume, alguna muda de ropa y los lentes para leer. No había sufrido amenazas y ni había estado ligado a un caso de alta exposición. Llevaba ocho años realizando adicionales dos días a la semana en la financiera, donde no manejaba dinero sino que custodiaba la recepción y ocasionalmente acompañaba a algún cliente a la cochera.

“Ese día no realizó ningún tipo de transacción cambiaria, no llevaba dinero en su mochila”, declaró un abogado de la financiera.