Central tiene casi todos sus objetivos claros, es más, sólidamente encaminados. Pero, casi todos. Le falta uno que es muy importante. Al menos desde afuera del microclima auriazul, eso parece.
El equipo de Holan está clasificado para los octavos de final del Apertura de la Liga Profesional, está prácticamente en zona de Libertadores aunque todavía falta un montón (tres fechas de este torneo y 16 del que viene), depende de sí mismo para terminar primero en la fase de grupos y jugar octavos, cuartos y semifinal de local porque en la última fecha recibe a Independiente, es un equipo sólido, pero, pero, a veces sufre ausencias que se notan. Quedó claramente expuesto frente a Platense el miércoles pasado. Sin Malcorra y sin Campaz es un equipo más.
A Nacho, Holan lo tiene entre algodones. No quiere que lo roce ni una ortiga. Va de a poco. Está claro que el objetivo es que llegue al ciento por ciento de sus posibilidades a la fase final. Es el conductor, el generador de juego, el que mueve los hilos.
Sin Campaz, Central pierde la voracidad que tiene el colombiano para provocar situaciones de riesgo con centros cruzados o remates desde afuera, o desequilibrio en el uno contra uno.
Un punto a corregir es el retroceso por los costados, sobre todo del lado de Sández. Necesita un esfuerzo más de los extremos cuando los laterales trepan.
El eje está bien representado por Ibarra y Navarro y los zagueros centrales son el bastión de la resistencia. Mallo y Quintana están a la altura de Campaz y Malcorra en la importancia de la estructura de Holan. Además del arquero, por supuesto.
Esas son todas cuestiones futbolísticas, de análisis estratégico, de relación con la pelota.
Pero hay un casi en medio de un trayecto bueno, o muy bueno, del equipo canalla hacia los playoffs.
Y ahí entra en juego la dirigencia. Más allá de a quién le asista la razón, el club debe solucionar la llamada razón “contractual” por la cual Campaz se quedó afuera del partido frente a Platense. El frente interno es fundamental para que las cosas fluyan dentro de la cancha.
Al menos debe hacerse un impasse hasta el final del torneo y después sí poner los números en orden, pero estos no son tiempos para prescindir de uno de los jugadores más importantes del plantel.
Porque esa coyuntura también atenta contra la salud del grupo, que tiene que salir a responder preguntas incómodas antes que dar las razones futbolísticas por las que ganaron, empataron o perdieron. Les sucedió el miércoles pasado a Quintana y al capitán, que le buscaron la vuelta para esquivar un bulto incómodo al que no tienen por qué hacerle frente.
Todo lo demás parece acomodado como para dar pelea importante en un torneo que lo tiene entre sus protagonistas principales.
Paciencia y pases cortos hasta que aclare, al menos hasta que termine el campeonato.