La defensa del rapero Sean "Diddy" Combs concluyó este viernes sus alegatos finales en el juicio que se le sigue en Nueva York, con un pedido enfático al jurado: “Hagan lo correcto y absuélvanlo de todos los cargos”.
“Ustedes son una parte muy importante de este proceso. Son los Estados Unidos. Esta es su corte y su casa. Les pido que reúnan todo su coraje y hagan lo correcto: absuelvan a Combs. Devuélvanlo a los brazos de su familia”, expresó el abogado del artista, Marc Agnifilo, tras varias horas dedicadas a desarticular los planteos de la fiscalía y a cuestionar los dichos de más de treinta testigos.
Está previsto que este mismo viernes la acusación responda durante unos 90 minutos. Luego, el lunes, el juez Arun Subramanian dará las instrucciones al jurado, que quedará habilitado para deliberar.

Durante su exposición, Agnifilo –enérgico, gesticulando y desplazándose de un lado a otro de la sala– insistió en que existen “dos juicios”: el que se construyó con testimonios y evidencias, y otro “exagerado” narrado por la fiscalía. “Solo hay un juicio. Presten atención. Los testigos y las pruebas les dirán qué hacer. No escuchen al otro juicio”, enfatizó, mientras Combs lo escuchaba atento, vestido con un suéter beige y pantalones grises, sin mostrar reacción, según reportó la agencia EFE.
El abogado sostuvo que su cliente fue “puesto en la mira” por el Estado luego de la demanda civil que en 2023 presentó su expareja Cassie Ventura, y que derivó en la actual investigación penal. “Quisieron abrir un caso porque se trataba de Sean Combs”, denunció.

Agnifilo cuestionó el testimonio de una de las principales víctimas del caso –identificada con el seudónimo de Jane– y aseguró que su relato “no tiene sentido” y está “lleno de huecos”. Sugirió que busca una compensación económica. Recordó que Combs aún paga su renta y financia a sus abogados.
También apuntó contra Cassie Ventura, a quien definió como “una mujer que disfrutaba del sexo” y con suficiente confianza como para salir con el actor Michael B. Jordan, a quien calificó como “el hombre más hermoso del mundo”, en referencia al breve romance que ambos mantuvieron en 2015. “Tiene confianza sexual, ¡bien por ella!”, lanzó.
El abogado planteó que este juicio gira “en torno al dinero” y al acuerdo civil por el que Cassie habría recibido 20 millones de dólares. “Sin esos 20 millones, no habría juicio”, afirmó.
Sostuvo además que la fiscalía no ha demostrado ninguno de los cinco cargos que enfrenta su defendido –asociación ilícita, dos por trata sexual y dos por transporte con fines de prostitución– y remarcó que no se presentó ningún co-conspirador: “Solo Sean está imputado. Ningún testigo dijo ser parte de una organización criminal”.
De ser declarado culpable, el rapero de 55 años podría enfrentar una pena de prisión perpetua.
El testimonio de “El Castigador”
Una de las declaraciones más resonantes del juicio fue la de Sharay Hayes, un exbailarín exótico de 1,88 metro de altura y físico imponente, conocido como “El Castigador”. Su cuenta de Instagram exhibe músculos, cuero y cadenas. En su mejor momento, compartía fiestas con celebridades, mujeres bellísimas y hombres deseados.
Jamás imaginó que esa vida glamorosa lo llevaría a testificar ante un jurado, que lo vería en un video teniendo relaciones sexuales con Cassie Ventura, en el marco del juicio por trata de personas contra Combs.
Según relató al Telegraph, Hayes fue contactado por primera vez en octubre de 2012 por una mujer que se identificó como “Janet” y que solicitaba un bailarín para entretenerla a ella y sus amigas en el hotel Trump International, en Manhattan, a las 3 de la mañana.
Pero al llegar, fue recibido por “una mujer impresionante, con una sonrisa seductora”, vestida solo con una bata. Ella le explicó que no quería un show de baile, sino montar “una escena sensual” en la que se aplicarían aceite para bebé mutuamente, y en algún momento aparecería su esposo para observar.
Le pagó 800 dólares –cuatro veces su tarifa habitual– y él aceptó. Lo que siguió, según su relato, fue una performance erótica: ambos sentados en sillones enfrentados, cubriéndose con aceite, realizando gestos sexuales. La habitación estaba decorada con velas y los muebles cubiertos con sábanas, algo que luego interpretó como una forma de protegerlos del aceite.
Eventualmente, un hombre completamente desnudo, con un niqab cubriéndole el rostro, se sentó a unos cinco metros. Era Combs, aunque Hayes no lo reconoció en ese momento. Él dirigía la escena: ajustaba la iluminación, sugería posiciones, pedía más aceite.
Luego de unos 30 minutos, Combs se retiró. Ventura lo siguió y, al regresar, le dijo a Hayes que había sido “perfecto” y le ofreció “terminar”. Él se negó. Le dio otros 1.200 dólares.
Unos meses después, repitieron la experiencia, esta vez incluyendo relaciones sexuales. A lo largo de dos años y medio, Hayes participó entre ocho y doce veces en esas sesiones, por las que cobraba entre 1.200 y 2.000 dólares. Las citas duraban unas cuatro horas, y el sexo, entre 30 y 45 minutos.
A veces Combs se retiraba, Ventura lo seguía, y luego volvían a pedirle que reanudara. En una ocasión, mientras mantenía sexo con Ventura en la cama, Combs lanzó un fajo de billetes de cien dólares “en señal de aprobación”.
“Ella lo miró como para asegurarse de que estaba bien, y él solo dijo: ‘Estoy bien. Me gusta esta mierda, la estoy disfrutando’”.
Hayes aseguró que nunca vio a Combs comportarse de forma violenta con Ventura ni forzarla, aunque reconoció que a veces ella parecía frustrada, sobre todo por indicaciones minuciosas como mover una vela unos centímetros.
Dijo que no supo quiénes eran hasta 15 meses después, cuando vio en la televisión del hotel JW Marriott Essex House un cartel que decía: “Bienvenido, señor Sean Combs”.
El último encuentro fue en 2015, después de un tiempo sin verse. Hayes dijo que se sintió incómodo y no pudo rendir sexualmente. No lo llamaron más.
Tiempo después escribió un libro de autoayuda sobre disfunción eréctil, In Search of Freezer Meat, donde incluyó un pasaje anónimo sobre esta experiencia. Asegura que no se sintió usado, sino “honrado” por haber sido elegido.
“En su momento lo viví como algo especial. Ahora, en retrospectiva, sé que fui uno de muchos. Esa burbuja se rompió”.
Testificar fue, para él, una experiencia abrumadora: dijo que temblaba físicamente al subir al estrado. Evitó mirar a Combs hasta el final de su declaración, cuando ambos se cruzaron con un gesto de cabeza.
Al principio no entendía por qué lo habían citado, ya que no presenció abusos ni cruzó fronteras estatales para tomar parte en los encuentros. Pero su rol cobró sentido cuando el jurado vio videos de los llamados “freak-offs”, entre ellos uno grabado la noche en que conoció a la pareja.
“No tenía idea de que había cámaras. Me sorprendió saber que hay material grabado”, dijo. “Eso me genera cierto grado de preocupación”.