Cuando llega el invierno, el frío, el viento y la calefacción empiezan surtir efecto y la piel es una de las principales perjudicadas: tirantez, rojeces y una incómoda sequedad que pareciera imposible de combatir. Lejos de gastar fortunas en cremas importadas, una gran alternativa es revisar la propia alacena y dar con uno de los ingredientes más comunes: la manzanilla.
En verano, los famosos cubitos de aloe vera se vuelven los aliados para calmar la piel después del sol. Pero en invierno, un reemplazo natural y efectivo son los cubitos de té de manzanilla.

Cubitos de manzanilla
La manzanilla tiene propiedades antiinflamatorias, calmantes y ayuda a desinflamar las pieles irritadas por el frío. Además, es ideal para suavizar la piel y devolverle luminosidad cuando el clima la apaga.
El ritual es simple: se prepara una infusión bien concentrada de manzanilla, se deja enfriar, se vierte en una cubetera y se lleva al freezer. Cada mañana, se puede pasar un cubito suavemente por el rostro limpio, con movimientos circulares y sin presionar demasiado. El frío del cubito ayuda a cerrar los poros y a activar la circulación, mientras la manzanilla trabaja para calmar la piel.
Además de ser un truco muy accesible, suma puntos por ser natural y adaptable: se puede combinar con agua de rosas, té verde o hasta agregar unas gotitas de vitamina E para potenciar sus efectos.

Una forma fácil, económica y efectiva de cuidar la piel en pleno invierno, usando ingredientes de toda la vida que muchas veces se subestiman. Por supuesto, siempre es recomendable consultar con especialistas en dermatología para que analicen la propia piel y si consideran que este (u otro) ingrediente no la perjudicarán.