Entró en cesación de pagos Bioceres SA, empresa madre del grupo Bioceres que -fundado en Rosario por productores agropecuarios vinculados a Aapresid- llegó a cotizar en Wall Street convirtiéndose en la empresa insignia de la biotecnología argentina.
Según información de Caja de Valores, la empresa de biotecnología para el agro debía afrontar el vencimientos de pagarés bursátiles por 5.3 millones de dólares que no cumplió. Este mes, en tanto, debe pagar otros 3 millones de dólares, y ya está retrasada en los pagos.
En la plataforma del Mercado Argentino de Valores (MAV), que es la plaza bursátil en la que cotizan los pagarés emitidos por Bioceres, figura que los compromisos asumidos por la empresa ascienden a 37.6 millones de dólares.
El incumplimiento está trascendiendo lo bursátil, ya que hay productores que advierten que Bioceres está en mora con el pago de trigo. Ocurre que la empresa hace convenios de siembra con productores para originar semillas y después lo retira, para procesar y embolsar la semilla para vender, pero este año empezó a retrasarse en el pago del cereal recibido.
Bioceres SA fue hasta este año la controlante de Bioceres Crop, la empresa que armaron en el exterior convirtiéndose así en la primera empresa, fundada en Rosario, que llegaba a cotizar en Wall Street en el 2021, mas concretamente en la Bolsa de Valores Nasdaq, adonde comparte panel de cotizaciones con las líderes globales del mundo tecnológico.
Al pasarle el control a otra empresa asociada, que es Moolec (también dedicada a la biotecnología y fundada por Gastón Paladini, quien se retiró del negocio también este año), logró evitar que su cesación de pagos afecte a la empresa que cotiza en el exterior, que igual viene con acciones en derrape.
En concreto, sus acciones en el Nasdaq cayeron 19% en lo que va del 2025 y 55% en un año, al calor de resultados trimestrales malos.
Otra de sus empresas, Rizobacter (con trayectoria en el mercado de agroinsumos) también enfrenta una situación de tensión financiera, y esta semana la agencia Fix le bajó su calificación en el mercado como emisor de deuda. Analistas estiman que con el cambio de controlante, también se protegió las finanzas de Rizobacter.
Bioceres SA arrastra una antigua y compleja deuda, que empezó a ser un lastre para Biox. A su vez la baja de las cotizaciones en Nueva York de la por entonces controlada empeoró la situación de la controlante, y fue así que se hizo la maniobra para cambiar la empresa controlante en el marco de una reconversión de negocios.
Pase de manos y rumores de venta
¿Cómo fue la operación de cambio de controlante? Moolec, una firma que arrancó en 2020 como una spin off de Bioceres vinculada a la agricultura molecular acordó en julio fusionarse con Bioceres y con Nutrecon (que está en el negocio de la producción de proteínas animales mediante el uso de cultivos) y Gentle Tech (fabricante de equipos agrícolas).
Esa transacción dejó a Moolec como empresa matriz al tiempo que emite 87 millones de nuevas acciones y 5 millones de warrants a sus accionistas.
En síntesis, la operación implicó que los viejos 300 accionistas pasen a tener sólo el 40% de participación, perdiendo la mayoría.
El tema es que todos estos movimientos (que, en la práctica, estos cambios accionarios lo que arman es un paquete más atractivo y fácil de transferir) activan versiones de venta.
Con el cambio, Biox se quedó con las instalaciones de Rizobacter, mientras que Indear (el edifico ubicado en La Siberia) quedó en manos de Bioceres SA
El tema es que al perder el control de Biox, Bioceres SA, la otrora firma madre quedó más en soledad y con el destino de default cantado ya que prácticamente se quedó sin ingresos.
Ahora, bien, la decisión que se tomó de no informar bien y en detalle los cambios de accionista controlante (más aún conservando nombres y compartiendo algunos actores), lo que le permitió a Bioceres Crop sacarse el lastre de la antigua deuda de Bioceres SA, genera un daño reputacional (en Argentina) y posiblemente una caída momentánea en la cotización que se podría haber ahorrado a la firma internacional.
Pero no haber sido muy claros en la comunicación también le da validez a la duda de si el perfil bajo más que un error de cálculo fue deliberado para que nadie pueda abortar la salida; lo que podría ser una jugada desleal a productores (que entregan trigo) y los inversores de pagaré bursátil, sobre todo porque estuvieron hasta febrero ofreciendo pagarés en Bolsa.
¿Se abre espacio, entonces, para que algún ahorrista pueda ir a la Justicia por vaciamiento? ¿O por estafa? Por lo pronto, hay muchos productores enojados. Es más, ¿estarán conscientes los accionistas productores originales de Bioceres SA que se quedaron con la titularidad de una empresa defaulteada que casi no tiene cómo generar ingresos y que perdió el control de sus principal negocio?
Es más, hay muchas versiones -todas en el terreno de la controversia- sobre cómo se armó el proceso de traspaso. Por ejemplo, hay accionistas que dicen que no fueron convocados a una asamblea y que se hicieron con poderes simples. Además, siempre sonó raro el pedido de ultra-confidencialidad que bajaban desde la conducción sobre las modificaciones.
Reconversión
En rigor, las modificaciones en el grupo Bioceres (que como grupo ya dejó de existir con las maniobras de venta a Moolec) fueron más profundas que un cambio de acciones, sino que fue parte de una profunda reestructuración (desprendiéndose de negocios y mudando su estructura al exterior) en medio de una muy delicada situación económica.
Si bien fue noticia mundial por el desarrollo del trigo HB4, que genéticamente modificado tiene mayor resistencia al estrés hídrico, su comercialización (como es propio de la ciencia dura) no aportó todavía los ingresos esperados; además de una serie de problemas financieros más propios de la economía argentina.
En febrero, la empresa anunció a sus inversores una vuelta de tuercas en su negocio: dejará el mejoramiento y producción de semillas, para concentrarse en las investigaciones sobre nuevas tecnología, que luego incorporará al mercado para comerciar a través de acuerdos con otros jugadores.
Por ejemplo, anticipó un acuerdo con Grupo don Mario (GDM), para el desarrollo de nuevas soluciones de soja, con derechos exclusivos fuera del espacio de tolerancia a la sequía (por lo que su semilla HB4 queda afuera del acuerdo)
“Estamos afinando nuestro enfoque en lo que hacemos mejor: obtener ciencia de vanguardia y desarrollar de manera rentable características patentadas de semillas hasta la aprobación comercial, abandonando el mejoramiento, la producción y la venta de semillas, para asociaremos con líderes de la industria que están mejor estructurados para estas actividades”, dijo Federico Trucco, el CEO de la firma.
En definitiva, al concentrarse en la investigación y abandonar la industria, el mercado semillero argentino pierde un jugador.
Si bien Bioceres no hizo referencia al tema al anunciar su “reposicionamiento estratégico”, que incluyó el nombramiento de un nuevo director comercial (Milen Marinov), lo cierto es que todo ocurre en el marco de una industria semillera jaqueada por un gran mercado negro (tema del que volveremos luego) y falta de normas que garanticen a los obtentores un retorno en soja y trigo, cultivos que pueden multiplicarse más fácilmente logrando evitar así el productor agropecuario evitar pagar por la tecnología.