Julio Zamora, una de las glorias de Newell's, está tratando de salir adelante física y económicamente, luego de atravesar serias dificultades en su salud: "Estuve dos años sin poder caminar", le dijo este viernes a Telenoche.
El Negro tiene 59 años y hace cinco sufrió un serio inconveniente: dos infartos cerebrales lo dejaron en estado crítico y tuvo que pelear por su vida. Hoy busca reinsertase en el mundo del fútbol, no olvida a quienes lo ayudaron; pero tampoco a quienes le dieron la espalda en su peor momento: "La persona que me representó durante mucho tiempo me quitó todo. Esa persona me dejó sin nada".
Zamora estaba trabajando en Bolivia en 2017 (Real Potosí), cuando se descompensó. Según contó, el club no se hizo cargo de su recuperación, que demandó unos 120 millones de pesos argentinos.
También hubo menciones para los que sí se portaron como su trayectoria lo ameritaba: "El presidente del Cruz Azul aportó para que mi vida continúe. También tengo que agradecerle a la gente del Wilstermann", dijo el Negro a Telenoche. Y cuando fue consultado sobre el papel de Newell's, agregó: "Astore me escucha, hablo con él, tengo que agradecerle mucho. Cuando le pido que me dé una mano me lo da".
Y algunos datos curiosos, que reflejan que amor por el fútbol desparramado en las canchas durante toda su carrera dio frutos: "Hay un hincha del Cruz Azul que tiene una fábrica de lácteos y que me ayuda mucho, me llama y me pregunta como estoy".
Su presente económico no es el mejor, por eso quiere seguir trabajando: "Vendí mi auto, vendí una casita que tenía. Yo subsisto con lo de mi esposa, que se dedica a la repostería. No le pido nada a nadie, solo quiero volver a trabajar".
El Negro llegó a ganarse el respeto, incluso, de los hinchas de Central. Tanto es así, que fue el único leproso en visitar el Gigante de Arroyito para despedir a su amigo Omar Palma, en el día de su muerte.
"La sigo luchando y presentando proyectos para volver a trabajar. Para mi, después de mi familia está Newell's y Cruz Azul", cerró Zamora.
