Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtieron que, para 2050, casi 2.500 millones de personas podrían presentar algún grado de pérdida auditiva. Asimismo, abusar de auriculares con un alto volumen, a la vez que el contacto prolongado con entornos ruidosos y la falta de conciencia sobre el impacto, amenazan la salud auditiva de niños y jóvenes en la actualidad.
Según expertos, más de 1.000 millones de jóvenes se encuentran en riesgo de desarrollar sorderas evitables y permanentes a raíz del abuso de prácticas de audición inseguras, como el uso continuo de auriculares a volúmenes elevados o la exposición prolongada a niveles de ruido excesivos en boliches o conciertos.
Desde la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS), en colaboración con la Comisión para la Detección Precoz de la Hipoacusia (CODEPEH), iniciaron un nuevo trabajo científico enfocado en la prevención del daño auditivo inducido por ruido en la edad pediátrica, compartiendo sus hallazgos con el mundo.
“La OMS estima que cerca de un 50% de los jóvenes en países de ingresos medios y altos están en riesgo de sufrir hipoacusia”, explicaron.
El objetivo de su trabajo es divulgar tanto en el ámbito profesional como a la población general la importancia que tiene este problema, concientizar sobre la necesidad de ofrecer información a los más jóvenes y ayudar a adoptar estrategias de prevención eficaces.
El ruido excesivo en niños
La exposición recurrente a ruidos intensos puede causar daños irreversibles en las células ciliadas del oído y lesionar las sinapsis y las neuronas de forma directa. Estas alteraciones pueden significar retrasos en el desarrollo del lenguaje oral, dificultades de aprendizaje y problemas en la comunicación. Por supuesto, todo esto impacta directamente en el rendimiento escolar y en la inclusión social y emocional de la infancia y juventud.
Para los expertos, la sinaptopatía podría explicar el por qué algunas personas tienen una mala inteligibilidad en ambientes ruidosos a pesar de tener un umbral audiométrico normal, lo que define al término “hipoacusia oculta”.
Más consecuencias
Además de los efectos directos sobre la audición, la exposición al ruido recreativo puede tener consecuencias no auditivas que repercuten en el bienestar general de los niños y adolescentes:
-Los ruidos fuertes pueden provocar respuestas fisiológicas al estrés, incluido un aumento de la frecuencia cardíaca y los niveles de cortisol.
-La exposición crónica puede provocar ansiedad y otros trastornos emocionales.
-Puede alterar los patrones del sueño. Esto es especialmente preocupante para los niños y adolescentes que necesitan dormir lo suficiente para crecer y desarrollarse.
-También el ruido de fondo puede interferir con funciones cognitivas como la concentración y la memoria, lo que puede afectar negativamente al rendimiento académico y a las interacciones sociales.
¿Es posible revertir el daño?
Los expertos consideran que la exposición a altas intensidades de ruido puede provocar una lesión coclear transitoria o permanente. La hipoacusia temporal que se sufre tras una exposición al ruido, como por ejemplo un concierto, supone el empeoramiento de los umbrales auditivos que se recupera hasta alcanzar, en un lapso de tiempo, los niveles previos a la exposición.
Sin embargo, aunque se recupere en apariencia la audición y desaparezca la sensación de acorchamiento en los oídos y los acúfenos, se ha demostrado que ya se ha inducido un daño estructural en el oído interno: “Si se hace repetitiva la exposición al ruido que determina la aparición de dicha hipoacusia transitoria se termina produciendo una permanente, irreversible y progresiva”.
Factores que contribuyen al aumento de casos
Mientras que en el ámbito laboral existen claras regulaciones y normativas para limitar su impacto sobre los trabajadores expuestos a ambientes con ruido, no sucede lo mismo con la exposición lúdica o recreacional a la música a gran intensidad: “Por ello, en la actualidad existe un mayor riesgo de daño auditivo en la población más joven, por los nuevos hábitos que han surgido al popularizarse el uso de dispositivos de escucha personal, conciertos y locales con música amplificada”.
Los niveles peligrosos
Si bien es cierto que la sensibilidad auditiva varía de una persona a otra, existen referencias generales sobre los umbrales a partir de los cuales el ruido puede ser perjudicial:
-A partir de 70-75 dB: Si bien 70 dB no suele causar daño inmediato, una exposición continua a ruido durante muchas horas puede generar estrés auditivo en niños. Se asocia con fatiga auditiva y dificultades de atención y aprendizaje.
-A partir de 85 dB: Se considera el límite de seguridad que muchos organismo establecen para adultos en entornos laborales, con un máximo de 8 horas de exposición. En niños, este límite de ruido debería ser más bajo o reducir la duración de la exposición, pues son más susceptibles.
-A partir de 100 dB: La exposición incluso durante períodos relativamente cortos puede dañar las células sensoriales del oído interno. Esto ocurre, por ejemplo, con ciertos juguetes ruidosos, auriculares a todo volumen, conciertos o eventos deportivos.
-Por encima de 120 dB: Ruido de impacto como petardos, explosiones, aviones despegando muy cerca, sirenas a corta distancia, pueden causar lesiones auditivas inmediatas y permanentes.
Educar en torno al ruido
La prevención de la pérdida auditiva inducida por el ruido en niños y adolescentes requiere un enfoque multifacético que incluya la educación, la regulación y la responsabilidad individual que esté adaptado a las características y entornos de los niños.
Para ello, primeramente recomiendan "establecer y hacer cumplir normas sobre los niveles de ruido en lugares recreativos, como conciertos y discotecas, lo que puede ayudar a reducir el riesgo de pérdida auditiva”.
Pero, además, resulta clave establecer una limitación de la intensidad del sonido en los dispositivos de uso personal y del tiempo de uso diario: “Ajustar los reproductores de música o videojuegos con modos de volumen seguro o aplicaciones que bloqueen volúmenes superiores al 60-70% de la capacidad máxima. Puede ser útil enseñar la regla 60/60, que es no sobrepasar el 60% del volumen máximo y limitar el uso continuo a 60 minutos al día”.
A su vez, respecto de entornos ruidosos como fiestas con música amplificada, espectáculos o eventos deportivos del mundo del motor, deben fomentarse el uso de dispositivos de protección auditiva como tapones para oídos en pos de reducir significativamente el riesgo.
Fuente: EFE.