Este sábado tuvo lugar la homilía de despedida al papa Francisco. En la Plaza de San Pedro más de 200 mil personas escucharon al cardenal Giovanni Battista Re hablar con admiración del líder argentino que falleció el lunes a la edad de 88 años. El decano del Colegio Cardenalicio destacó tanto la parte espiritual como humana del pontífice.
"Estamos reunidos en torno a sus restos mortales con el corazón triste, pero sostenidos por las certezas de la fe", expresó Re, frente a la multitud que durante días llenó Roma en una masiva manifestación de afecto y respeto. Y destacó que “su última imagen, que quedará en nuestros ojos y en nuestros corazones”, es la del pasado Domingo de Resurrección cuando “a pesar de graves problemas de salud, quiso impartirnos su bendición desde el balcón de la basílica de San Pedro y después bajó a esta plaza para saludar desde el papamóvil”.
"A pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el papa Francisco eligió seguir este camino de donación hasta el último día de su vida terrenal”, subrayó.
Durante la homilía, el cardenal repasó los ejes del pontificado: la opción preferencial por los pobres, los migrantes y los más vulnerables, junto a un compromiso inquebrantable con la paz y la fraternidad. “Estableció contacto directo con la gente, deseoso de estar ahí para todos, con una marcada atención a quienes tenían dificultades, dedicándose a pensar en todo, hasta en los últimos habitantes de la Tierra y en los marginados. Fue un papa entre el pueblo, con un corazón abierto a todos”, resumió Re.
El cardenal destacó también “su vocabulario característico y su lenguaje rico en imágenes y metáforas” y su “gran espontaneidad y un modo informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia”. "Su carisma de acogida y de escucha, unido a un modo de actuar propio de la sensibilidad actual, ha tocado los corazones, buscando despertar energías morales y espirituales”, añadió.
Subrayó también su idea de que “la Iglesia es un hogar para todos; una casa con puertas que siempre están abiertas”, así como su atención a favor de los refugiados, desplazados y pobres. Y al respecto, citó que fue significativo que su primer viaje fuera a Lampedusa, “isla que es símbolo de la tragedia de la emigración con miles de personas ahogándose en el mar” o que viajase también a la isla griega de Lesbos y la celebración de una misa en la frontera entre México y Estados Unidos, con motivo de su viaje al primero de estos países.
Re también rememoró “sus 47 arduos viajes apostólicos”, destacando en particular el que hizo a Irak en 2021, que “fue un bálsamo para las heridas abiertas de la población iraquí, que tanto había sufrido la obra inhumana del Estado Islámico”, hasta uno de los últimos en 2024 a cuatro naciones de Asia-Oceanía, donde llegó “a la periferia más periférica del mundo”.
Y frente ciento de líderes mundiales, recordó entonces una frase que Francisco repetía a menudo: "Construir puentes y no muros". Y concluyó recordando que Francisco solía terminar sus discursos y encuentros diciendo: “No se olviden de rezar por mí”.
“Querido papa Francisco, ahora te pedimos que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como lo hiciste el domingo pasado desde el balcón de esta basílica en un abrazo final con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y tiene en alto la antorcha de la esperanza”, terminó su homilía.